Devórame, otra vez

 


Leyendo estos días "Contra la cinefilia, historia de un romance exagerado", de Vicente Monroy, he recordado esta pieza en la que parecía quería ser devorado por una pantalla... Ya no tengo ese deseo pero a veces me sigue pasando eso de querer meterte en la película para vivir en ese mundo...

"El cinéfilo se inclina por explorar los vínculos secretos que conectan un lado y otro de la pantalla. No se conforma con contemplar desde el patio de butacas la imagen de un mundo embellecido y estético. Desea desaparecer en él. Cuando una película le gusta especialmente, siente que las imágenes anulan su juicio, le arrebatan, se sume en un estado de olvido parcial de sus penurias y dificultades. Se siente desplazado al interior de la película (...) El efecto de paso forma parte del mito cinéfilo, e incluso podemos verlo represnetado en algunas películas, como cuando el proyeccionista interpretado por Buster Keaton en la película de 1924 Sherlock Jr., atraviesa de un salto la pantalla... Así lo expresaba Jean-Louis Comolli, uno de aquellos románticos de la cinefilia parisina de posguerra: "Sabíamos que si íbamos a la cinemateca de Langlois, si ocupábamos un asiento en las primeras filas, era para pasar al otro lado del espejo y entrar en el mundo a través de las películas, ingresar en ellas para atravesar la vida. Las proyecciones nos dejaban huella, nos marcaban."



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